IVONNE TATIANA MORALES CARDOZO

IVONNE TATIANA MORALES              CARDOZO
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domingo, 4 de mayo de 2008

LA GRAN SEÑORA DEL TEATRO

Arrebatada como era, Fanny Mikey dejó Buenos Aires y viajó a Colombia en 1969 siguiendo las huellas de un amor. No sabía, al desembarcar en Buenaventura, que la mayor pasión de su vida la esperaba en un país que, según su primera impresión, le pareció "parte de África". Esa pasión eran Colombia, su cultura, su gente...
El sábado, cuando murió en Cali, donde presentaba una evocación tanguera de su ciudad natal, Bogotá reclamó su presencia para rendirle un homenaje final que, como ella quería, fue una gran despedida de sus amigos y su público en una de las antiguas salas de cine a las que ella dio vida con sus actuaciones. El domingo reposó en cámara ardiente en el Capitolio, y en la tarde se le hizo un homenaje en la Plaza de Bolívar, que ella llenaba cada Festival con alguna obra. También habrían podido exigirla Cartagena, uno de sus rincones preferidos, o cualesquiera otras de las ciudades que sintieron que Fanny les llevaba por primera vez el espíritu del teatro, ese "maestro invisible de la luz" que la animó siempre.
Fanny fue una gran actriz que interpretó toda suerte de papeles de toda clase de autores, desde Sófocles, Lope de Vega y Shakespeare hasta Ibsen, Ionesco y García Lorca, pasando por Klim y Jaime Garzón. Lo hizo en escenarios internacionales, en estudios de televisión, en cafés concierto con los que encendió las noches urbanas, en modestos tablados de pueblo y en salones de escuela.
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Además de actriz y ocasional directora, Fanny fue la más tenaz y exitosa promotora de las artes escénicas que haya conocido Colombia. Su impulso al Teatro Experimental de Cali (TEC) la volvió famosa más allá del Valle, y la fundación del Teatro Nacional, en Bogotá, significó un hito cultural del país.
Pero su más extraordinaria obra fue el Festival Iberoamericano de Teatro, lanzado en 1988, que muy pronto dejó de ser iberoamericano, se proyectó sobre los cincos continentes y se transformó en evento de fama internacional. El Festival ha reunido en sus veinte años de existencia a más de 520 compañías. En su última realización se presentaron 785 funciones en distintos escenarios, incluyendo parques y plazas de toros. Fanny confesaba su emoción al comprobar que, llegada la Semana Santa, cientos de bogotanos prefieren ahora no salir de vacaciones y quedarse en la capital aprovechando las carteleras que ofrecen grupos teatrales europeos, africanos, orientales...
La extraordinaria mujer que acaba de fallecer reunía condiciones muy variadas. A las dotes como artista sumaba un optimismo inmarchitable, contagioso, y a este un agudo talento para los negocios, del que ella misma se sorprendía y al que hacía referencia entre risas. De no haber sido por esa vena ejecutiva, seguramente habrían fracasado tantas aventuras utópicas que ella convertía en realidad.
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En esta materia, su gran logro fue haber conseguido que el teatro dejara de ser una actividad subvencionada para públicos intelectuales y se incorporara a los planes cotidianos de la clase media, como ir a cine o al fútbol. No estuvo nunca entre sus propósitos enriquecerse con las tablas, aunque habría podido hacerlo, sino conquistar una base comercial, un mercado que sirviera al arte como garantía de supervivencia. Se esmeró, además, en que muchos guionistas, directores e intérpretes se beneficiaran de la estructura que ella había creado. Merced a ella los colombianos pudimos ver cómo una sofisticada obra clásica o un divertido monólogo agotaban las localidades durante meses en plena era de las tecnologías informáticas.
Su biógrafo, amigo y colega Humberto Dorado definió a Fanny Mikey como "un tren que no se permite detenerse". Un tren que, sin embargo, sabía muy bien cuál era su destino. Numerosos premios y condecoraciones lo atestiguan; y, sobre todo, lo demuestra la consternación general por su fallecimiento y la despedida cariñosa que le ha proporcionado su público.
"Antes de morirme -comentó Fanny a Dorado- la gente de mi país entenderá que la cultura es su patrimonio más importante". Gracias a ella, esta es una convicción cada vez más sólida. En apoyo a esta idea, lo más elemental que el Estado debería hacer en homenaje a la gran señora del teatro que nos dejó es garantizar que su gran obra -el Festival Iberoamericano de Teatro- tenga continuidad y logre mantener su calidad.
editorial@eltiempo.com.co

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